Amo el teatro. Lo amo desde que nací. Dicen que algunos de mis antepasados, de profesión titiriteros, allá por el siglo XIX, iban recorriendo pueblo a pueblo para dar a conocer este arte. Parece que me han transmitido genéticamente su amor al teatro.
Hoy, viendo una de mis películas favoritas, Shakespeare in Love, he comprobado como hasta el mayor genio del teatro necesitaba desesperadamente una pasión que le inspirase para plasmar en papel lo que tenía guardado a buen recaudo en su cabeza. Yo he de apuntar que los sentimientos que a continuación expondré siempre me han acompañado y han estado custodiados tímidamente en mi corazón; pero que ahora, aprovechando mi humilde vena poética y mi reciente, y espero no efímera, inspiración, me arriesgo a escribir.
Quisiera, en primer lugar, hablar de una persona a la que realmente admiro: nuestra presi, Isabel. La admiro porque se vuelca con el teatro, a pesar de la enorme responsabilidad, compartida con Jose, que supone atender a su hija, seguro que lo que más quieren en este mundo. Eres los cimientos sobre los que se apoya este grupo; cimientos que resisten con el tiempo aunque vengan los más devastadores vendavales. Y es que, te gusta tanto el teatro… Te recuerdo de gordita; bueno, más bien de la horrible faja que debías llevar a lo Michelín. ¡Y ese papelón a la vera de Nicomedes! Pero de lo que no me olvido es de aquel año que renunciaste a representar el papel de Titania, cediéndomelo a mí, tan sólo porque se me había encaprichado. Muchas gracias. Igualmente, he de decirte que este año ha sido el que más momentos hemos compartido. Nos hemos reído, disfrutado… ¡Que esa vela encendida no se apague!
Jose, ¿qué reto, de entre todos los que te han propuesto, no te has atrevido a realizar? Y lo que es más importante, ¿de cuál no has salido victorioso? Te lo digo yo, de ninguno. Porque cuando sales a escena, deslumbras con tu presencia, encandilas al público y a nosotros, presos del miedo escénico, nos transmites una serenidad capaz de amansar a las más feroces fieras. Eres el alma del teatro. El Pepito Grillo del grupo: amigo, confidente, juerguista, cabeza pensante,…aquel chaval que llegó al grupo sin haberse subido nunca antes a ningún escenario. ¡Quién lo diría! ¿Eh, Sr. Inspector? Gracias por tu enorme capacidad de improvisación, de comprensión, de paciencia… sobretodo, este año. (Queda pendiente la obra en “bolas”, eh?)
Y ¿quién no se acuerda de los canguros? Yo diría que incluso se ha llegado a convertir en una leyenda urbana. A pesar de ello, resulta divertido acordarse de anécdotas vividas, como ésta, protagonizada por Ague; una de mis primeras monitoras de teatro, compañera de decorados y amiga en el escenario, aunque a veces te empeñes en pensar lo contrario. Una chica con una obsesión: demostrar que vale. Deja que te diga una cosa: para mí es suficiente saber que te gusta el teatro y que podemos contar con el mejor pincel. ¡Recupérate!
“Dominguito, Dominguito, Dominguito de mi corazón” Un huequecillo también lo ocupas tu, ¡chavalote! Recuerdo la primera vez que supe de ti. Fue tu sobrina Jara cuando, compartiendo pupitre, me dijo que tenía un tío que trabajaba en la televisión. ¡Qué chulada! (pensé). Hoy en día te sigo envidiando. Envidio tu optimismo, tu sonrisa, tu mirada hechizadora, tus vacaciones que te pegaste de recién casado… ¡De mayor quiero ser como tú, Txomin!
Ja ja ja Oigo risas, ¿quién será? ¡Pili, naturalmente! ¡Qué risa más contagiosa! La alegría del grupo. Que las cosas van mal, ahí estás tu para insuflar aire fresco. Eres como la luz a la mañana, eres como la luna y las estrellas en una noche oscura, eres como el sol, por la energía positiva que irradias,… en fin, Pilarín, ¡eres un todo terreno!
Otros dos diamantes son Rosa y Toni. Esta pareja, que con motivo de la perseverancia de su hija Julia, picaron el anzuelo y espero permanezcan en él durante mucho tiempo, también ha llegado a mi corazón. Parece que el gusanillo os ha gustado; vuestros ojos y sonrisa así lo revelan. Aunque, en alguna ocasión, os habréis arrepentido de tiraros al agua, os aconsejo que os quedéis con los mejores momentos, pues ¡este año hay para escoger! Algo a lo que, estoy segura, ha contribuido nuestro director, César; ¡nos ha aguantado estoicamente durante un año!
A mi querido Roke ya le he dicho todo lo que tenía que contar. Tan sólo pedirte que cuando te conviertas en un Juan José Ballesta te acuerdes de mí y me firmes un autógrafo. Yo, te prometo, seré tu fan nº 1.
Y para el final he intentado dejar lo mejor, mis chicos: Nuria, Julia, Víctor y Paula. Cuando os llamó el teatro, yo me convertí en una de vuestras profes. ¡Qué borde era! ¡Qué exigente! Algunos me habréis mandado a la “m” de Murcia en más de una ocasión. ¡No vale hacer la pelota! ¡Hoy toca ser sinceros! Digo que sois lo mejor porque representáis el futuro del grupo. Si vosotros no tiráis del carro, puede que, en algún momento, el barco no pueda levar anclas y se quede estancado en puerto. Vosotros debéis zarpar con éxito, porque os lo merecéis y porque “MUTIS” necesita celebrar su trigésimo cumpleaños, por lo menos.
Hablando del 15º aniversario, el año que viene tiene que constituir un hito para todos nosotros. Trabajemos para que así sea.
Termino. El otro día confesé de madrugada que me encantaría vivir en otro país. Echaría de menos a muy pocas personas, la verdad, pero entre esas os encontraríais todos vosotros. No alcanzo a imaginar el momento en el que el teatro salga de mi vida. Mi vida, hoy por hoy, se quedaría vacía, coja, sin sentido, quizás.
“Es la primera vez que una enamorada puede decir, segura de cumplirlo, que ama el teatro”. Amo a mi grupo de teatro.
María
miércoles, agosto 02, 2006
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1 comentario:
hola¡¡si la verdad es que eras un poco borde...pero solo por exigencias del guion jeje, yo me alegro mucho de que hayas sido mi primera "profe" de teatro, te considero una gran persona y una maravillosa actriz (no es peloteo)y me encantaria poder compararme alguna vez contigo..
un abrazo muy fuerte, JULIA
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